Éxito de las Enseñanzas Artísticas de Música

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De la excelencia de las Enseñanzas Artísticas de Música Elementales y Profesionales en España no se habla. Ni siquiera para presumir o sacar rédito político. Su posicionamiento y prestigio a nivel internacional lo avala el nivel de los estudiantes que deciden cursar sus estudios superiores de música en otros países y los halagos que reciben. Sería injusto incluir a las Enseñanzas Superiores en este grupo porque es un hecho que el censo de estudiantes españoles que deciden cursar su carrera superior en Europa y EE.UU. no deja de crecer.  

Curiosamente esta excelencia, desde mi punto de vista, se consigue pese a las normativas. El control férreo ejercido sobre cualquier aspecto curricular u organizativo provoca desmotivación y pocas ganas de arriesgar e innovar. Como bien dice Sir Ken Robinson, la escuela mata la creatividad, pero añadiría que no solo del alumnado, también mata la creatividad de los profesores y destroza sus ganas por ir más allá. Se resume en un grandioso NO como respuesta a todo aquello que provoque una modificación del estatu quo. 

La burocracia camina junto a la normativa enganchada al mono de los formularios, recursos, permisos, firmas, cuños, plazos, documentos compulsados… y se come cada día más y más recursos y energía que no produce absolutamente ninguna riqueza. ¿No serán estos dos personajes, normativa y burocracia, quién realmente aniquila la creatividad y la motivación de cualquier alumno y docente y no tanto los planes de estudio? Podríamos hablar de Enseñanzas Artísticas o de cualquier otra disciplina. 

¿Hay algún organismo que se encargue de analizar por ejemplo las carreras profesionales de los estudiantes de Enseñanzas Artísticas? ¿Y de analizar la excelencia de la burocracia y la normativa? Me encantaría leer un análisis sobre esos datos. Y confirmar que mis impuestos contribuyen a crear riqueza y a consolidar en la sociedad valores universales desde un punto de vista humanístico a través de la Educación. También contribuirían a reflexionar sobre qué cambiar y en qué mejorar.

Los alegatos, las quejas o las sugerencias no suelen hacer cambiar de opinión a las burocracias y a las normativas o más bien a los que se esconden o escudan en ellas. Antes de seguir, que quede claro que pese a todo, me encanta cumplir las normativas. Parafraseando al célebre pianista James Rhodes, la música clásica me la pone dura, y añadiría, cumplir la normativa todavía más.

No se trata de saltarse las reglas, se trata de que su cumplimiento no sea un palo en la rueda para el alumnado y el profesorado. Lo que ocurre es que saltártelas sería delito, sanción administrativa y/o rapapolvos varios. Y es mucho más fácil la resignación y su cumplimiento impoluto que ir contra viento y marea en busca de la anhelada excelencia, innovación, etc.  Hay que reconocer y asumir que al tratarse de cuestiones de calado con competencias diseminadas por multitud de organismos, administraciones, departamentos y donde tienen poder de decisión y/o opinión otros tantos actores (pongamos como ejemplo la Educación: sindicatos, funcionarios de la administración, políticos, padres, centros, docentes, etc.) la casa quedará sin barrer y con fecha de caducidad o putrefacción.

En definitiva el miedo a perder el control por encima de la ilusión a ir más allá, a explorar, viene condicionado por el sistema jerarquizado de los puestos de decisión dentro de la Administración Educativa. No seré el primero que mira con envidia sana a cualquier empresa tecnológica, por ejemplo en Silicon Valley, o los proyectos de investigación del M.I.T., donde los activos más valiosos son los profesionales más jóvenes. Pero no por ser jóvenes, sino por no tener miedo a imaginar y a llevar a la práctica innovaciones pese a equivocarse, al igual que un niño cuando da sus primeros pasos.
¿Os imagináis una normativa educativa completa en el ámbito de las Enseñanzas Artísticas diseñada por jóvenes de 25 años recién salidos del horno? ¡Pagaría mucho dinero solo por leerla!

Os enlazo a un artículo relacionado que escribí hace unos años en la revista El Canto de la Musa: Pulsa Aquí



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